En la actualidad estamos envueltos en una situación que jamás imaginamos, una pandemia que nos ha cambiado la cotidianeidad y ha convertido nuestras vidas en una nueva normalidad, en donde es indispensable el uso constante de gel antibacterial o lavado de manos, lo cual de manera positiva nos protege del virus, sin embargo motiva a que la piel se vuelva seca y áspera, es a partir de esta razón en donde nos cuestionamos ¿Cómo motivar a los niños a desarrollar su interés por cuidar su salud? ¿Cómo lograr en los niños la capacidad de preguntar y solicitar respuestas sobre las acciones que perjudican a su estado físico y aquellas que le ayudan a mejorarlo?.
A partir de esto, surgió la idea de llevar a cabo una situación de aprendizaje retadora que promoviera en los niños un proceso de investigación sobre aquellos productos naturales que lograran auxiliarnos con el cuidado personal y brindara como resultado, mejoras a los daños que nuestra nueva normalidad han traído consigo como irritaciones o resequedad en la piel.
Por ello recurrimos a la manteca de karité, un producto comestible, principalmente conocido por sus propiedades cosméticas, hidratantes, regeneradoras y suavizantes para la piel, el cual resulta al mismo tiempo amigable con el medio ambiente, la cual al ser mezclada con cera de candelilla y aceite de eucalipto, que resulta en una crema sólida humectante, regeneradora, suavizante, antibacteriana y antiséptica.